21 de noviembre de 2019

Prácticamente todos los temas relevantes han sido objeto de la celebración de su año internacional. Los organismos internacionales son los que los declaran y los promocionan. Normalmente se trata de sensibilizar a la población sobre un determinado tema. Lo original de nuestra propuesta es que sale de un grupo de docentes de una Red muy amplia. La cultura científica ha venido tomando relevancia en muchos contextos educativos. Ese tratamiento ha venido desde algunas asignaturas con ese objetivo o por medio de docentes que quieren trascender a la ciencia como objeto de estudio y quieren que la ciencia sea incorporada a la cultura ciudadana.

Cada vez es más importante una mirada de la sociedad teniendo una cultura científica que otorgue a cada persona capacidad para responder a determinadas prácticas de alimentación, tratamientos de salud basados en creencias.

Hace poco leíamos que una gran diferencia entre una persona con cultura científica se basa en hechos frente a creencias. La capacidad de una persona de tomar sus decisiones sobre la base de evidencias obliga además a ser capaz de valorar las fuentes de información. Hasta hace unos años eran los medios impresos, la radio, la televisión los medios a través de los cuales nos llegaba la información. Ahora una de las fuentes más frecuentes de información son las redes sociales. Muchas veces informaciones falsas son replicados y extendidos, muchas veces de buena fe, y tienen una gran penetración en la sociedad.

Registro en el Año Iberoamericano de la Cultura Científica

Frente a ello es necesario dar una gran importancia a la cultura científica y realizar acciones desde la educación con vocación de salir de las aulas y llegar a las familias e ir penetrando en toda la sociedad.

Son muchos los temas prioritarios, pero hay dos que son esenciales: los temas ambientales y los temas de salud que incluyan la alimentación.

También debemos buscar aspectos que hagan atractiva la ciencia y la tecnología como opción para seguir los estudios en las etapas superiores.

Tenemos todo un año para compartir ideas, propuestas y, sobre compartir y difundir todo lo que se vaya haciendo. Para ello queremos crear un espacio de registro de actividades y de sus correspondientes informes. Son muchos los entornos socioambientales en la que los docentes de la red trabajan y eso nos dará un enorme abanico de propuestas que siempre podrán ser reajustadas y utilizadas por los demás.

Los formatos pueden ser muchos. Desde sencillas exposiciones a ciclos de charlas y debates. Quizás un rasgo que podría ser interesante es dar protagonismo a los estudiantes. De esa manera pueden, además de ampliar su cultura científica, incrementar muchas de sus competencias.

El sustantivo es cultura y por ello es una acción que se puede dar desde el profesorado de cualquier disciplina.

Pueden ser acciones de un docente en su sala de clase o de todo un centro incluso saliendo del establecimiento. Lo esencial es dar a conocer la importancia individual y social de la cultura científica.

Vamos a usar el mismo formulario que venimos usando para la Comunidad de Educadores que deseen incorporarse a las narraciones y escritos educativos.

Comunidad de Educadores: Un espacio para visibilizar el pensamiento de los docentes

La Red Iberoamericana de Docentes (41.400 miembros) quiere aprovechar la gran visibilidad que tiene sus blogs, tanto en la Red como en abierto, y va a iniciar una etapa en la que se van proponiendo temas de interés para la profesión docente que se actualizarán cada dos meses y que serán revisados por nuestro Comité Académico con el compromiso de hacer un retorno de todo lo recibido. Los docentes que a lo largo de 2020 publiquen un mínimo de 5 artículos recibirán un certificado acreditativo. El registro en esta acción es libre y gratuito y las entregas se harán a través de una plataforma Moodle para tener un control y las herramientas de evaluación adecuadas. Todos lo interesados puede registrarse desde hoy hasta el 31 de diciembre de 2019. Los datos que se solicitan son los necesarios para emitir, en caso de haberlo logrado, los certificados. Registro en: https://forms.gle/ssatywJomDsff2T27

Y en 2020 haremos entre todos el Año Iberoamericano de la Cultura Científica

Nos queda poco más de un mes para empezar el 2020. Os invitamos a uniros y terminamos con 10 propuestas de Mariano Martín Gordillo para que haya un muto apoyo entre la cultura humanística y la científica (las dos culturas de SNOW)

1) La organización de las instituciones escolares debería propiciar la generación de espacios participativos y democráticos. Difícilmente la escuela puede educar para la vida democrática si su organización interna no está pensada para favorecer la participación cotidiana de todos. La democracia no es un contenido para ser tratado solo en el aula con la puerta cerrada. Es algo que se aprende, si preside realmente la convivencia cotidiana de las instituciones educativas.

2) Los currículos prescritos deberían ser flexibles y favorecer la creatividad de quienes han de desarrollarlos. Una norma que prescribe todo, ahoga las posibilidades de ser apropiada y desarrollada por los principales responsables del currículo en las aulas, los docentes. Frente al tecnicismo normativo con pretensiones de exhaustividad, es más deseable una visión del diseño curricular que sugiera y oriente a los docentes, pero les deje libertad para hacerse responsables de su desarrollo efectivo. Por otra parte, la creación de materias orientadas a la educación ciudadana y al aprendizaje de la participación en ciencia y tecnología resulta especialmente recomendable. Como también lo es que su presencia en los currículos cuente con tiempos y recursos adecuados y esté garantizada cierta continuidad en las distintas etapas y niveles.

3) Debería transformarse la interacción y la comunicación en las aulas para superar las inercias propias de la disciplina de las disciplinas. El orden no consiste en que las mesas estén ordenadas en filas. La atención no se consigue por el silencio. El trabajo tenaz no es incompatible con la cooperación en equipos. Las respuestas de quien enseña no agotan las preguntas de quien aprende. Ideas tan obvias en la vida social han de ser recordadas para la organización de las actividades de enseñanza y aprendizaje en las aulas, porque las inercias heredadas del modo en que se aprendió, tienden a perpetuarse al organizar el modo en que se enseña.

4) Evaluar debería ser mucho más que calificar a los alumnos. El valor de uso de la evaluación no ha de reducirse a su valor de cambio vinculado con la acreditación. Los objetos evaluables en educación no son solo los alumnos, ni los sujetos evaluadores sus profesores. Si evaluar es valorar lo que se hace, conviene ampliar los elementos evaluados en los sistemas educativos y favorecer también la diversificación de los participantes en los procesos evaluadores.

5) La formación docente debería estar orientada a propiciar el desarrollo de culturas profesionales consolidadas. Tanto la formación inicial, donde la densidad cultural de partida y la capacitación pedagógica no deben ser descuidadas en los futuros docentes, como la formación continua de los docentes en activo son aspectos que deben ser fortalecidos con iniciativas que consoliden una cultura profesional en la que la responsabilidad y la autonomía sean compatibles con una nítida apuesta por el trabajo cooperativo.

6) La promoción y difusión de experiencias y materiales didácticos debería ser una prioridad para el apoyo a los procesos de enseñanza. Los docentes diseñan, experimentan y desarrollan propuestas didácticas de gran interés y pertinencia, pero no siempre se difunden ni se comparten. La ausencia de apoyos institucionales al desarrollo curricular por los docentes y de una cultura profesional con condiciones que favorezcan la cooperación cotidiana, hace que muchas experiencias valiosas no sean aprovechadas en lo que merecen. Los expertos en el desarrollo curricular son y deben ser los propios docentes; por eso deben contar con apoyo para experimentar y difundir sus mejores iniciativas didácticas.

7) La promoción de las tecnologías de la información y la comunicación debería ser un medio para la innovación, no un fin en si mismo. Como otras novedades artefactuales, las nuevas tecnologías pueden generar hechizos sobre sus propiedades para promover la innovación escolar. Se trata de medios imprescindibles en la escuela del siglo xxi, pero sus cualidades no son diferentes a las que tienen en el entorno social: mejoran la eficacia y la eficiencia de los procesos y abren nuevas posibilidades de interacción comunicativa, pero su uso debe estar orientado por intenciones educativas bien establecidas.

8) Los contenidos educativos deberían estar abiertos al contexto y propiciar la inclusión de todos en las actividades educativas. Las paredes del aula no han de ser opacas al entorno. Los problemas y realidades del contexto social son aspectos muy relevantes para una enseñanza que pretenda ser inclusiva. Contextualizar no significa negar el sentido universalizador de la acción educativa. Tan solo supone hacer socialmente significativos los contenidos educativos.

9) La construcción de una ciudadanía democrática iberoamericana debería ser un fin de los sistemas educativos en la región. La generación de identidades nacionales fue uno de los motivos principales por los que los Estados apostaron por universalizar la educación básica desde el siglo xix. Hoy esa red institucional ya constituida puede ponerse al servicio de la construcción de nuevas identidades orientadas por proyectos de convivencia para los ciudadanos del futuro. Contar con una amplia comunidad lingüística y cultural es una ventaja evidente en nuestra región. Articular redes de escuelas o de aulas con proyectos de educación ciudadana puede ser un reto apasionante en el contexto de la celebración de los bicentenarios. La identidad iberoamericana del siglo xxi puede tener en esas redes escolares una base firme desde la que desarrollarse.

10) Sigue siendo necesario confiar en la educación y apostar por la escuela. En un momento en que las cuestiones educativas aparecen en la agenda política como problemas y en el que desde los medios de comunicación se transmite una imagen de crisis generalizada de la educación de la infancia y la juventud, conviene recordar que la educación escolar ha sido históricamente la base del progreso de los pueblos que han apostado decididamente por ella. Y recordar también que, a pesar de que su extensión genere nuevos desafíos, la educación forma parte siempre de la solución y no del problema. Más y mejor educación es, en el medio plazo, la base del progreso social. No podemos esperar a progresar para poder educar, tenemos que educar para poder progresar.