13 de diciembre de 2019

Walter Arceluz, Buenos Aires.
La inclusión educativa de niños y jóvenes con necesidades derivadas de la discapacidad es parte de la agenda de la educación que queremos para la generación de los Bicentenarios. El rol de los programas de educación pública en el aprendizaje durante toda la vida.

A fines de 2015 se cumple el quinto año de la presentación del documento final de las Metas Educativas, realizada en Mar del Plata (Argentina) en ocasión de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno.

Con el propósito final de favorecer la inclusión social, estas once metas se fijaron como objetivo la mejora de la calidad y la equidad en la educación para hacer frente a la pobreza y a la desigualdad.

Concretamente, hablamos de “analfabetismo, abandono escolar temprano, trabajo infantil, bajo rendimiento de los alumnos y escasa calidad de la oferta educativa pública”, en una sociedad mediada por nuevas tecnologías que impactan en la enseñanza y en el aprendizaje.

La segunda de estas metas generales establece “lograr la igualdad educativa y superar toda forma de discriminación en la educación” y en particular, la meta específica 5 define el “apoyo a la inclusión educativa del alumnado con necesidades educativas especiales, mediante las adaptaciones y las ayudas precisas”.

Hoy por hoy, los niños y jóvenes con necesidades educativas derivadas de la discapacidad continúan manteniéndose en un estado de vulnerabilidad frente a distintos tipo de exclusiones, en diferentes grados. En particular, si pensamos en el sistema educativo estas exclusiones se concentran tanto en la discriminación, como en una serie de barreras de acceso y de aprendizaje que tienen mayor presencia en las denominadas escuelas “regulares” o “comunes”.

Enumerar un grupo de estas barreras obliga a mencionar la falta de adecuación en la infraestructura de muchos de los establecimientos educativos, la debilidad o ausencia de las adaptaciones curriculares y también, las falencias en los procesos de una formación docente que no repara especialmente en las competencias requeridas para atender las dificultades en el aprendizaje de un colectivo que plantea nuevas demandas.

Pero también, ante estas barreras, encontramos otras experiencias para observar, mejorar y multiplicar. Se trata de espacios inclusivos, que en oportunidades son escuelas, pero que a veces encuentran otros ámbitos y modelos institucionales.

Comunidad de Educadores: Un espacio para visibilizar el pensamiento de los docentes

La Red Iberoamericana de Docentes (41.400 miembros) quiere aprovechar la gran visibilidad que tiene sus blogs, tanto en la Red como en abierto, y va a iniciar una etapa en la que se van proponiendo temas de interés para la profesión docente que se actualizarán cada dos meses y que serán revisados por nuestro Comité Académico con el compromiso de hacer un retorno de todo lo recibido. Los docentes que a lo largo de 2020 publiquen un mínimo de 5 artículos recibirán un certificado acreditativo. El registro en esta acción es libre y gratuito y las entregas se harán a través de una plataforma Moodle para tener un control y las herramientas de evaluación adecuadas. Todos lo interesados puede registrarse desde hoy hasta el 31 de diciembre de 2019. Los datos que se solicitan son los necesarios para emitir, en caso de haberlo logrado, los certificados. Registro en: https://forms.gle/ssatywJomDsff2T27

Y en 2020 haremos entre todos el Año Iberoamericano de la Cultura Científica

El denominador común de estos espacios es la apertura para crear y desarrollar experiencias en las cuales conviven alumnos con distintas capacidades e intereses en un marco de aprendizaje que respeta y promueve las diferencias.

Observar experiencias como las implementadas por el Centro Tecnológico Comunitario de la Facultad Regional Avellaneda de la Universidad Tecnológica Nacional (Argentina) permite conocer prácticas educativas en aulas inclusivas que reúnen a niños, jóvenes y adultos de diferentes niveles del sistema educativo de gestión estatal; involucrados transversal y colaborativamente en proyectos comunes adaptados a distintos ritmos y estilos de aprendizaje; bajo la supervisión de parejas pedagógicas y equipos multidisciplinarios en los que se articulan diversas instituciones educativas con participación de la comunidad (https://goo.gl/BLkc5x).

Claramente, estas experiencias no están exentas de innumerables desafíos mientras son llevadas adelante, ya que las mismas exigen la convivencia de situaciones individuales muy diferentes, la reformulación de las prácticas pedagógicas y la atención y el cuidado permanente de docentes y familiares, tanto dentro como fuera del aula.

No obstante, tal como establecen las Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (ONU, 1996) y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2006); resulta indispensable continuar profundizando la implementación de programas de educación pública con participación social que reflejen el principio de la plena igualdad en entornos integrados y aseguren el aprendizaje durante toda la vida, sin discriminación.